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LA BIENAVENTURANZA DEL AMOR

Resplandeció una Luz más allá del asiento de los accidentales

y de su resplandor surgió la imagen de los universos.


Con coqueterías, amores y flirteos, por mandato del “¡Sé!”,

hizo brotar toda esta gracia, toda esta hermosura.


La eternidad es menos que un instante,

inicios y finales son un único punto.


La duración del tiempo en todo lo creado sólo está en tu visión,

es en tu pensamiento donde cambian de estado los accidentales.


Como los niños que construyen una casita de madera,

has puesto los cimientos de toda la creación con tus observaciones.


No consideres real lo que es simple juguete,

no te apegues a los elogios ni a las adulaciones de la gente.


Para los ojos del anciano del amor, la razón es un niño

que, por su falta de discernimiento, se enreda en fantasías.


Quema las páginas, lava con agua los tratados,

pues esas escrituras no pueden competir con la nobleza del amor.


¡Oh Nurbakhsh! Todo aquello que escriben los intelectuales,

es una pura fábula sobre sus ídolos y templos.


Es necesaria la bienaventuranza del amor para que con el sable de su celo,

cercene la cabeza del “lāt” y le corte los pies al “menāt”.

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