Ven, la morada de los virtuosos está aquí,
ven, la Kaaba de los enamorados está aquí.
Ven a la taberna de los gnósticos, de aquellos que poseen corazón,
Dios mismo es el copero de este banquete, el resplandor está aquí.
No te vayas al monasterio, porque allí sólo te regalan el paraíso;
ven a la vecindad de los perdidos de sí mismos, porque Dios está aquí.
No digas que se han ido la integridad y la fidelidad, o que la humanidad está perdida,
ven, que la tradición de la pureza y la senda de la fidelidad están aquí.
Si sigues tus pasiones, deja nuestra pasión,
pero si estás enfermo de la pena de Dios, ven, la cura está aquí.
No busques por el mundo, ¡oh tú, el enfermo de amor, ven!
El curandero del amor da fe de que la verdadera curación está aquí.
Pisa con cortesía este espacio sagrado,
que el umbral y alquibla de los puros está aquí.
Si deseas llegar fácilmente hasta la orilla del amor,
ven aquí, porque el mar, el barco y el capitán del barco están aquí.
Hacia el umbral de los hombres de Dios no hay camino para lo incorrecto,
si piensas de otro modo, te equivocas aquí.
No mires con los ojos de la imperfección el jānaqah de los derviches,
porque Gabriel está de pie, para servir, aquí.
Aquí se otorga nueva vida a quienes van buscando en el camino del amor,
di a los menesterosos del camino del Amigo: la riqueza está aquí.
Para quien ha perdido el corazón por Dios, es el íntimo retiro,
quien resucita al alma y da gozo y deleite al corazón, está aquí.
Aunque el amor está deshabitado de las palabras y de los discursos,
guarda silencio, pues la escuela de los amigos de Dios está aquí.
El polvo de este umbral hace reales todos los deseos,
porque la huella de los pasos de los pobres sinceros está aquí.
No hables aquí de conocido o de desconocido,
presta atención, porque el extraño es conocido aquí.
Hay celos de la “luz que otorga” el jānaqah,
porque la ciudad santa del rey de la alegría y de la fe, está aquí.