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Si mis ojos miraban hacia Ti, continuamente,
era por la pasión de la locura que yo había aprendido.
Mi ofrenda de derviche ante tu donosura
era el botín de corazón y alma que yo había reunido.
Me vio la mariposa fascinado ante tu vela,
pero la pobre no cayó en la cuenta de que me había quemado.
Llegó el amor y él apagó la vela que, en tu vecindad,
con mi mente, a lo largo de la vida, había encendido.
En mil pedazos quedó roto el manto remendado
que aquí, en tu vecindad, con alfileres de pasión yo había cosido.
Diste luz a Nurbakhsh y le has comprado
antes de que yo a Ti me haya vendido.
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