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¿Quién soy yo? Alguien que se ha perdido a sí mismo; un nadie, un enamorado,
libre de este decir “vosotros” y “nosotros” de la gente de las pasiones.
De esta gente engañosa, sin valor y aparentemente serena,
hastío siente mi corazón. Amo la sinceridad de los despreciados.
Más honor que el ser humano tiene cualquier alimaña;
de este mundo me basta la compaña de los animales.
En artificio, el ser humano es la más elevada de las criaturas;
a mi alrededor, sólo en los libros encuentro a la humanidad.
Están ocupados, todos, en satisfacer los deseos de su ego.
¿Qué puedo decir? En mi propia casa soy prisionero.
Nurbakhsh, lamentándose, decía por doquier:
“No hay en la ciudad alguien precioso a quien pueda recordar”.
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