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EL VINO TRANSPARENTE

¡Mi bello Ídolo! Sólo contigo tiene mi corazón intimidad,

a ninguna otra puerta dirigiré mi rostro.


A nadie le he entregado mi cabeza,

no he puesto en otra vecindad mis pies.


Mi fe y mi corazón arrebataste,

me cortaste el camino en todas direcciones.


Me desconozco totalmente desde los pies a la cabeza,

soy como una pelota en tu “chogān”. 


¿Yo y tu amor? Basta de esta dualidad,

pues ¿dónde hay otro ser que no seas Tú?


Cuando bebí aquel vino transparente

quedé libre del mundo del color y los olores.


Desde ahora, soy sólo una alma enloquecida,

un corazón enajenado que repite “Hu”, “Hu”.


Desde que “iluminaste” el corazón,

éste, sin “yo” y sin “tú”, repite a cada instante: “Él”, “Él”...

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